Descubre cómo le dieron una manita de gato al castellano medieval

Versión corta, ver imágenes. Explicación detallada y espero que algo entretenida, favor de leer el siguiente libro, digo, texto: 

El “día de hoy”, como dicen los franceses (aujourd’hui), les traigo un choro lingüístico que tiene que ver con la reconstrucción de palabras en el idioma que se hablaba en Castilla en el siglo XIII y posteriormente la RAE en el siglo XVIII (hoy día el español)—una reconstrucción basada en la influencia del latín, una de las lenguas con más prestigio de la época. Cabe mencionar que en otras épocas hubo modificaciones similares con otras grafías. Pero esto comienza con Alfonso X—el Sabio, como fue llamado debido a su gusto y fomento del aprendizaje en su cosmopolita corte por medio de colaboraciones con eruditos judíos, musulmanes y cristianos para traducir importantes trabajos literarios del árabe y del latín al castellano de la época. Recordemos que en ese entonces, el castellano era solo un idioma vernáculo de poca importancia, pero gracias al lugar que le dio Alfonso X como idioma de aprendizaje, ciencia y derecho (y posteriormente Antonio Nebrija), comenzó a despuntar como idioma importante, tomando así el lugar que tradicionalmente era reservado para el latín, por lo menos dentro de España.

En ese proceso, Alfonso X, quien hablaba varios idiomas, entre ellos el latín, y quien daba seguimiento muy de cerca a las traducciones que se realizaban en la corte, hizo modificaciones al idioma de Castilla, entre ellas la reinserción de algunas consonantes que ya se habían perdido en la evolución natural del español, principalmente la -c-, -p-, y -m- en palabras como “a(c)ce(p)tar”, “perfe(c)to”, “alu(m)no”, “do(c)tor”, “de(b)da”, “san(c)to”, “pro(mp)to”, “letradura”/literatura, entre otras, para que parecieran más latinas. En otras palabras, quería utilizar la etimología para reconstruir palabras en español y darle ese “realce” necesario (según él) para que se le pudiera considerar al castellano como un idioma a “la altura” del latín. Sí bien estos cambios no se arraigaron inmediatamente, por lo menos comenzó a haber una vacilación entre formas patrimoniales y cultismos, lo cual continuaría hasta el siglo XVIII.

Cabe mencionar que muchas de estas formas dobles (dobletes en la tabla 1) ya competían entre sí, en algunos casos cambiando de sentido y en otros casos sin alteración de significado. Cuando había un cambio de sentido, la tendencia era que la versión tradicional que pasó por cambios naturales en su evolución (también conocidas como palabras patrimoniales) adquiría un significado más concreto/específico, mientras que la versión más erudita o culta (cultismos) adquiría un significado más abstracto y amplio. Es importante mencionar que no todos los cambios, tanto en la época de Alfonso X como en siglos posteriores, “pegaron”. Hubo palabras que los hablantes simplemente no aceptaron, pues, las versiones patrimoniales ya estaban bastante arraigadas en el habla cotidiana y si se usaban las versiones modificadas no se sentían para nada naturales - como "aceptar" en esta oración (y no "acceptar"). Adicionalmente, por muchos siglos la alfabetización/educación era reservada para aquellos pocos privilegiados, así que no había un esfuerzo consistente y organizado para lograr todos estos cambios bastante artificiales con toda la población de hablantes de castellano. Simplemente, no era viable, a pesar de que la población probablemente no era demasiado grande.

De la lista de dobletes, primero quiero destacar llegar/plegar. Plegar quiere decir doblar, entonces ¿cómo es que su significado cambió a “llegar”, sinónimo de arribar? Pues cuando el capitán llegaba a tierra firme, pedía que “plegaran” las velas para detener el movimiento del barco, o sea, cuando se llega al destino, se pliega(n)/llega (velas). De ahí que llegar se convirtiera en sinónimo de arribar. El segundo par que quiero destacar es cadera/cátedra. De acuerdo al diccionario de la RAE, cátedra se define como el lugar que ocupa el obispo en su catedral, desde el que preside las celebraciones litúrgicas. Por extensión, es también un aula que alguien con conocimientos amplios da. Esencialmente, esta palabra viene del latín, que la toma del griego, donde quiere decir asiento, significado que conserva el portugués con la versión patrimonial de la palabra: cadeira. Sin embargo, en español el significado de su equivalente fue más allá (en algún momento sí quería decir asiento también) para designar “cada una de las dos partes salientes formadas a los lados del cuerpo por los huesos superiores de la pelvis”, nos dice el DRAE. ¿Qué sucedió aquí? ¿Por qué ese cambio? Pues a veces las palabras toman un significado que se basa en una relación de contigüidad – a este fenómeno lingüístico se le conoce como metonimia. Si siempre nos sentamos en una “cadera”, pues esa cadera se vuelve la parte del cuerpo con la que nos sentamos. Otro ejemplo de metonimia que todos conocemos es la palabra en inglés tongue, o en español lengua, que designa la parte del cuerpo dentro de la boca que se utiliza para modificar sonidos en nuestro aparato fonador y por metonimia también designa a un idioma.

Del segundo cuadro, donde las palabras patrimoniales dejaron de usarse, solo hay una que sigue dando guerra: persinar(se). A pesar de que el plan medieval era que la gente comenzara a decir “persignar(se)” (sinónimo de santiguarse), por lo menos una gran parte de personas que yo conozco, sin importar el nivel socioeconómico, sigue diciendo “persinar(se)”, o sea que hacen el “sino” de la cruz jaja. Y bueno, la palabra “letradura” ¿a poco no suena bien chida? Cómo quisiera que volviera—ya me imagino el título de un libro: Letradura de México. Ya por lo menos que vuelva como sinónimo de literacidad, pero creo que nuestro idioma prefiere imitar al inglés con ciertas tendencias a rescatar la “letradura” del baúl de los recuerdos.

Finalmente, de la tercera lista quiero hacer notar que algunos cultismos o semicultismos simplemente no pegaron. Nadie jamás en la vida diría, hoy día, que sería recomendable imitar al latín escribiendo palabras como distincto, crescer o acceptar, los cuales son errores comunes de quien aprende español partiendo de idiomas como el inglés y el francés, que mantienen estas grafías originales del latín, pero "los equivocados son ellos", ¡no nosotros! Con todo este choro lingüístico solo quise ilustrar con algunos ejemplos concretos en estas tablas por qué aferrarse a cierta forma de escribir una palabra utilizando la etimología como argumento no es algo que tenga mucho peso. 

A veces, los caprichos léxicos de los idiomas son solo eso, caprichos. 

Si llegaron hasta aquí y/o aprendieron algo nuevo, no les pido que me depositen a mi cuenta jaja, solo pónganme un like, compartan o dejen un comentario. ¡Gracias!

***Fin del choro lingüístico.***

May 26, 2021

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