El poder del lenguaje: Una reflexión

El lenguaje es una herramienta poderosa que va más allá de la simple comunicación. No solo refleja nuestras ideas y valores, sino que también puede ser un instrumento para promovernos a nosotros mismos, promover a alguien más, y por qué no, también promover a diversos grupos sociales. En este blog, exploramos cómo el lenguaje, influenciado por nuestras elecciones, nuestro contexto, y las realidades sociales puede adaptarse a las necesidades de una sociedad en constante cambio.

Siempre que veo en redes sociales un meme que dice "No escriba 'niños y niñas'. Simplemente diga 'niños'. Eso incluye ambos sexos" con el logo de la Real Academia Española (RAE), me viene a la mente un pensamiento claro: ¡No dejes que nadie te diga cómo hablar o escribir! La forma en que utilizamos nuestra lengua es, en gran medida, una elección personal influenciada por diversos factores como la audiencia, el contexto, nuestros ideales, y nuestro propósito comunicativo. Aunque existen reglas gramaticales tradicionales, el lenguaje trasciende manuales y diccionarios y la lingüística se entrelaza con otros campos de conocimiento.

Recientemente, el lenguaje ha sido utilizado como una herramienta para promover la visibilidad e inclusión de grupos socialmente excluidos. El hecho de que existan estos grupos socialmente excluidos no es debatible; es una realidad. Esto quiere decir que, en consecuencia, el lenguaje también se usa como una herramienta de rechazo a las ideas que surgen o evolucionan en nuestra sociedad. Las lenguas no son estáticas; interactúan con las narrativas sociales y sus hablantes, muchas veces de manera inconsciente.

La idea de que solo los cambios lingüísticos que han sucedido "orgánicamente" deben ser aceptados es limitada. Tanto los cambios lingüísticos orgánicos como los institucionales pueden enriquecer el lenguaje y reflejar las dinámicas sociales de diversos grupos. Por ejemplo, la vacilación entre "solo" y "sólo", la adopción de términos como "güisqui", o la eliminación de la letra "ç" y la adición de la "ñ" al alfabeto fueron impulsados en el pasado por decisión de una institución. No siempre fueron, ni todavía son, en el caso de “solo”, bien recibidos por el hablante promedio.

Así que cuando te sorprendas exigiéndole a alguien cómo debe decir o escribir cierta palabra porque "es lo correcto", piensa si lo haces realmente por un interés en la gramática o porque realmente no estás de acuerdo con la postura de esa persona. Si decido escribir "México" con x, estoy tomando una decisión consciente y haciendo una declaración clara y fuerte. Al no escribir "Méjico", indico que concuerdo con una narrativa específica. Espero que un hispanohablante de otra nacionalidad tenga la empatía suficiente también usar "México", reconociendo lo que implicó luchar por esta grafía contra la RAE. De manera similar, quien usa "ciudadanos y ciudadanas" o "ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes" en lugar de solo "ciudadanos", está haciendo un pronunciamiento dentro de su contexto social auxiliado/a/e de la lengua. Está eligiendo contribuir a la visibilidad de grupos socialmente excluidos o avisándoles que son bienvenidos y pueden sentirse seguros en ese espacio. Si no estás de acuerdo en apoyar a grupos socialmente excluidos, es tu decisión, pero entonces hay que nombrarlo tal cual. La gramática no sería una excusa. Y así, sin querer queriendo, ya estamos inmersos en el campo de la sociolingüística.

Es importante que cada uno tenga la libertad de elegir cómo hablar y escribir, adaptando su lenguaje al contexto y propósito comunicativo. Y ojo, aquí no estoy abogando por una postura de "todo se vale" – estoy hablando del uso. Así que digan y escriban "niños", pero también “niños y niñas, "niños, niñas y niñes", "niñxs", "niñeces", "chamacos", "carajitos", "huerquillos", "escuincles", o lo que mejor les funcione en sus contextos y propósitos comunicativos. En un mundo donde las dinámicas sociales y culturales están en constante cambio, el lenguaje tiene la capacidad de adaptarse y reflejar realidades, pero también de crearlas. La RAE puede ofrecer “recomendaciones” para contextos formales, pero el verdadero poder de una lengua reside en sus hablantes. Utilicemos nuestra voz para promover la comprensión mutua y la empatía.

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The Power of Language: A Reflection

Language is a powerful tool that goes beyond mere communication. It not only reflects our ideas and values but can also serve as an instrument to promote ourselves, others, and various social groups. In this blog, we explore how language, influenced by our choices, context, and social realities, can adapt to the needs of an ever-changing society.

Whenever I see a meme on social media saying "Don't write 'niños y niñas'. Just say 'niños'. That includes both sexes" with the logo of the Spanish Royal Academy (RAE), a clear thought comes to mind: Don't let anyone tell you how to speak or write! The way we use our language is largely a personal choice influenced by various factors such as audience, context, ideals, and the purpose of our communication. Although there are traditional grammatical rules, language transcends manuals and dictionaries, and linguistics intertwines with other fields of knowledge.

Recently, language has been used as a tool to promote the visibility and inclusion of socially excluded groups. The existence of these socially excluded groups is not debatable; it is a reality. Consequently, language is also used as a tool to reject ideas that emerge or evolve in our society. Languages are not static; they interact with social narratives and their speakers, often unconsciously.

The idea that only linguistic changes that have occurred "organically" should be accepted is limited. Both organic and institutional linguistic changes can enrich language and reflect the social dynamics of various groups. For example, the vacillation between "solo" and "sólo", the adoption of terms like "güisqui", or the elimination of the letter "ç" and the addition of "ñ" to the alphabet were driven by institutional decisions. These changes were not always, nor are they still, in the case of “solo”, well received by the average speaker.

So when you find yourself insisting on how someone should say or write a word because "it's correct", think about whether you are really interested in grammar or if you simply disagree with that person's stance. If I choose to write "México" with an x, I am making a conscious decision and a clear, strong statement. By not writing "Méjico", I indicate that I agree with a specific narrative. I hope that a Spanish speaker from another country has the empathy to use "México", recognizing what it took to fight for this spelling against the RAE. Similarly, someone who uses "ciudadanos y ciudadanas" or "ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes" instead of just "ciudadanos" is making a statement within their social context, aided by language. They are choosing to contribute to the visibility of socially excluded groups or letting them know they are welcome and can feel safe in that space. And just like that, we are already immersed in the field of sociolinguistics.

It is important that everyone has the freedom to choose how to speak and write, adapting their language to the context and communicative purpose. And note, I am not advocating for a "anything goes" stance – I am talking about usage. So say and write "niños", but also “niños y niñas, "niños, niñas y niñes", "niñxs", "niñeces", "chamacos", "carajitos", "huerquillos", "escuincles", or whatever works best in your context and for your communicative purposes. In a world where social and cultural dynamics are constantly changing, language has the capacity not only to adapt and reflect realities but also to create them. The RAE can offer "recommendations" for formal contexts, but the true power of language resides in its speakers. Let us use our voice to promote mutual understanding and empathy.



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